La mascota ideal de un escritor
Sabido es, o al menos así está establecido en el imaginario colectivo, que los escritores son personas solitarias, poco sociables, en general de hábitos nocturnos y con tendencias a sufrir ciertos trastornos y desequilibrios mentales.
Al menos es el estereotipo del "deber ser" de todo buen escritor.
Nada más aburrido que un escritor de vida ordenada y rutinaria, que se despierte a la mañana para dedicar las primeras horas de luz a su arte, mientras desayuna y se prepara para ir a trabajar, y de pasada deja a sus hijos en el colegio.
Por eso, es que pensando en el estereotipo del escritor atormentado, de vida disipada y bohemio, es que se me ha ocurrido realizar esta pequeña investigación pensando cual es la mascota ideal para estos seres huraños, retraídos y noctámbulos porque en definitiva, hasta la persona más solitaria, precisa tener alguna compañía alguna vez.
Y ya que estamos manejándonos con estereotipos, vayamos al primero de todo. Antes que los perros, a los escritores (y a sobre todo a ciertos escritores) se los asocia con los gatos. Es que estos parecen compartir ciertas características con sus amos: independencia, soledad, hábitos nocturnos, inteligencia, bohemia, sigilo. Hay gatos famosos en la vida de escritores famosos: Cortázar, William Borroughs, Hemmingway, Beckett, Bernard Shaw, Stephen King, Borges, Osvaldo Soriano y -por supuesto- Poe, son algunos de los escritores reconocidos que supieron tener un gato como mascota.
Los perros, por su parte, si bien genéricamente son llamados "mejor amigo del hombre", no parece ser el mejor amigo de los escritores. Al menos no en comparación con los gatos. Se entiende: tener un perro medio neurótico, o extremadamente vigilante, que esté ladrando todo el día por comida, por agua, porque quiere entrar, o porque quiere salir, no es la mejor forma de concentrarse para sentarse frente a un papel o la pantalla de una computadora. No obstante, la fidelidad y el afecto que pueden mostrar (a diferencia de los gatos) puede ser que le venga bien a algunos escritores especialmente melancólicos o con tendencias depresivas. Truman Capote, Faulkner, Virginia Woolf, Vonnegut y Steinbeck se cuentan entre los escritores famosos que tuvieron perros.
Ahora, bien, con ser las dos opciones más frecuentes, gatos y perros no son las únicas alternativas que hay al momento de elegir una mascota. Son las dos más a mano y carentes de la imaginación que debería tener todo escritor que se precie de tal. Cerdos, conejos, caballos, ovejas, peces, hámsters, erizos, iguanas, serpientes, arañas, cucarachas, cascarudos, lombrices, hormigas, monos, grandes felinos, rinocerontes, hipopótamos y elefantes podrían todos integrar una lista de posibles opciones totalmente válidas de algunos escritores. ¿O acaso a nadie se le pasó por la cabeza tener un elefante como mascota luego de leer "El viaje del elefante" de Saramago... incluso hasta se le podría enseñar a sostener un lápiz con su dúctil trompa al inteligente paquidermo, con lo cual podría suplantar al dueño cuando se encuentre cansado de escribir (es más difícil que tecleé con la trompa en la computadora, de hecho, no lo aconsejaría). Un rinoceronte sería la mascota ideal para un escritor taciturno y huraño como Thomas Pynchon, y un cascarudo o cucaracha para un escritor checo de nombre Franz y con serios problemas existenciales.
Sin embargo, y luego de reflexionar mucho sobre la cuestión, he llegado a la terminante conclusión de que la mascota ideal de los escritores del mundo es el cuervo. Para comenzar, probablemente no haya ser alado tan presente en la historia de la literatura: desde la Epopeya de Gilgamesh hasta Juego de Tronos (o más correctamente Canción de Hielo y Fuego), pasando por la Biblia, las Eddas nórdicas (en las que Odín tenía dos cuervos -Hugin y Munin- que se posados en sus hombros le informaban de todo lo que acontecía), Esopo los usó en alguna de sus fábulas, Shakespeare y Dickens los usaron en algunas de sus obras, aparecen en El Hobbit y en la saga de Fundación de Asimov, en las novelas gráficas de Sandman, en las novelas de Harry Potter son el emblema de la casa Ravenclaw, y -por supuesto- el poema El Cuervo de Poe lo tiene como personaje central.
En muchas de estas tradiciones y relatos los puntos en común asocian a los cuervos con la inteligencia, la astucia y -sobre todo- la capacidad de comunicar, ya sea hechos o presagios, por lo que su conexión con la literatura (el arte de comunicar por excelencia) se hace mucho más notable y certera.
Y para finalizar, si alguien piensa que está muy bien poder usar la fuerte simbología de estas nobles aves en cuentos, novelas, poemas, dramas, y ensayos; pero que no resulta tan práctico ni tan sencillo mantenerlos como mascotas, o tienen miedo por lo que podría pasarles a sus ojos... le comento que también hubo un renombrado escritor que supo tener un cuervo de mascota: Charles Dickens se inspiró en Grip, para el cuervo del mismo nombre que aparece en su novela Barnaby Rudge, y que fuera disecado y guardado en una Universidad luego de muerto.
Por tanto, escritores del mundo: ¡a adoptar cuervos!, que si en la escritura les va mal, al menos no les van a sacar los ojos.