?Contacto mata t?tulo?, el largo camino despu?s de graduarte
Hoy quiero escribir sobre algo puntual: el recibirse. Esa gente que termina su carrera, cualquiera que ella sea, y luego de un difícil y más o menos largo camino logra tener un título terciario y/o universitario.
Comienzan desorientados el engorroso recorrido de trámites y papeles, para tener así su título habilitante materializado.
Exhiben así "el cartoncito" que acredita el saber, colgándolo en la pared, llenos de orgullo. Pero esta certificación habilitante... ¿Realmente basta para la habilitación del ejercicio profesional? ¿Es imprescindible contar con un espacio que permita habilitarnos a ser profesionales? Acto seguido es el bombardeo de CV's en todas las plataformas de búsquedas laborales en una especie de "welcome to the jungle 3.0" de oferta y ¿demanda? profesional: relleno de puntillosos formularios, chequeo compulsivo de casillas de correo, fantasías de teléfonos celulares sonando y paranoia de llamadas importantes perdidas.
Bien. ¿Y ahora? ¿Que sigue después del logro alcanzado? ¿De la meta concretada? ¿El reconocimiento social, laboral y profesional? Lejos de eso. Inoportunamente el vacío se instala y la incertidumbre se hace carne. Se produce el encuentro con un horizonte desconcertante y desalentador, donde nuevas posiciones buscan (en la medida de las posibilidades) ser asumidas.
Entonces, ¿La carrera es la finalización de algo o más bien un incierto comienzo? La cuestión es que con veintitantos uno se vuelve a sentir con los miedos e inseguridades de los 18 años, y vuelve a ser destinatario de las tan trilladas frases como: "Nosotros te llamamos", "Quizás mas adelante", o el mas desilusionante "Ya estamos completos". Uno sale a buscar trabajo con el título bajo el brazo como quién pide un favor.
En un mundo signado por la competitividad uno se forma y capacita (además que por amor a la profesión) para ser reconocido por ello con un puesto de trabajo, donde se valore y retribuyan los conocimientos, las habilidades, y aptitudes adquiridas. Que valgan la pena las largas horas adentro de una biblioteca, las horas-silla, y las invitaciones sociales rechazadas. No obstante, uno empieza a comprender la importancia de "ser hijo/sobrino/primo de", "amigo de aquel", "conocido de tal" y otros yerbas.
Es decir, ¿Ha sido una buena elección dejar relegado el plano de la interacción social? Considero que la puerta de entrada a cualquier trabajo en un primer momento se ve determinada por la familiaridad, la amistad por conveniencia y el contacto oportuno.
Recapitulando. Pasar años detrás de un objetivo por alcanzar, en cierta manera funciona como ordenador, fija un rumbo y otorga una nominación: estudiante. Significante que se ha perdido, y debe por lo tanto "ser duelado" con toda la angustia que ese trabajo conlleva. El sueño se ha logrado, entonces, la libido puesta allí... ¿A dónde va?
Será fundamental entonces relanzar el deseo sin descuidar nuestra vida social, no olvidando nunca hacernos de muy buenos y oportunos "conocidos".