Venezuela ¿humana?
Las metáforas son parte de nuestra vida, pero estamos tan acostumbrados a ellas que no notamos cuando se hacen presente. Una de las cosas que más me fascina es justamente esa metáfora que usan los escritores para convertir objetos o lugares en personas; todo a través del uso de la descripción y mucha imaginación, pero al mismo tiempo, haciendo uso de una gran capacidad de observación e interpretación del objeto o entorno que buscan humanizar.
Por otro lado, otro tema que ocupa mucho mi atención es mi propio país: Venezuela. Crisis económica, crisis política, las colas, la escasez, motorizados, migración, violencia. Venezuela es un país, está ahí y nosotros estamos en él y debemos padecerlo o disfrutarlo, pero ¿y si Venezuela fuese una persona? ¿Cómo la describiríamos? ¿Será que humanizándola podríamos mejorarla?
Aquí va mi intento: sería una mujer. Sí, Venezuela en femenino. La veo como una chica joven, si tuviera que ubicarle una edad probablemente sería una adolescente, en primer lugar porque si nos remitimos a nuestra historia como país, podemos decir que es joven y finalmente, si consideramos las bellezas y riquezas naturales, Venezuela termina siendo una adolescente bella. Una muchacha bellísima y simpática, pero con muchos, MUCHOS problemas.
A ver, los seres humanos nos caracterizamos por muchas cosas que otras especies no pueden hacer, habilidades que son únicas en nosotros. Algunas de ellas son la inteligencia, la moral, el lenguaje, la educación, el alma colectiva, entre muchas otras.
Para mí, Venezuela sería una chica inteligente pero floja, tan floja que justamente usa su inteligencia para redescubrir nuevos caminos que la ayuden a reivindicar su flojera todos los días, en lugar de deslastrarse de ella y finalmente utilizar esa inteligencia en un esfuerzo constante para superarse a sí misma; en lugar de solo resolver ?de a poquito? y de inmediato problemas que a la larga seguirán fastidiándola en el futuro.
En cuanto al aspecto moral tiene serios problemas, pues habla de que se ama a ella misma, sube fotos de ella al Facebook, Twitter, Instagram para que todos puedan ver lo mucho que se ama, pero en la vida real es una inconsciente. No hace ejercicio, no cuida su salud, come porquerías y, si bien es cierto que se preocupa por su imagen personal, solo lo lleva al cómo luce, no se molesta por ser una mejor persona y mucho menos se molesta por su propia salud física, espiritual y emocional.
Si nos vamos al alma colectiva podemos decir que Venezuela tiene muchos amigos, comparte con ellos las buenas experiencias, una fiesta, los invita a comer y a veces ellos le corresponden. Es una chica que le gusta estar rodeada de gente, siempre y cuando sea para rumbear, cuando se trata de cosas serias como problemas que afectan a su comunidad, Venezuela es bastante egoísta. En realidad no le importan mucho los demás, ni siquiera esos a los que llama sus amigos pues, mientras ella esté bien no le interesan mucho los problemas de los otros. Lo más alarmante es que no se da cuenta que esos problemas que le ocurren a otros y a ella no le interesan, algún día la afectarán directamente.
Como si esto fuera poco, Venezuela tiene un trastorno de personalidad bastante grave, pero esto no es algo que sea enteramente culpa de ella, pues este asunto está muy relacionado con el entorno en el que vive. Desde pequeña ha sido criada para ser una buena ciudadana, cumplir las normas, botar la basura en donde debe, no colearse y no aprovecharse del amiguismo para lograr obtener las cosas.
Hasta cierto punto de su vida, ella se esforzaba por cumplir con este código de vida que le habían inculcado en su casa, e incluso cuando veía que los demás no lo cumplían, Venezuela hacía un esfuerzo por mantenerse firme, quería ser un ejemplo; pero con el pasar de los años se dio cuenta que mientras más se esforzaba por ser una ciudadana ejemplar, su entorno y las personas en él hacían todo lo contrario. Un día, indignada, decidió llamarle la atención a un señor que había botado basura en la calle y la respuesta que recibió por parte de aquel hombre fue tan grosera, que decidió no volverlo a hacer.
Aún así, Venezuela siguió aferrada a su idea de ciudadanía, hasta que un día esperando el metro, un montón de gente empezó a colearse en el vagón y ella harta y apurada, decidió hacer lo mismo. Primero se sintió culpable y esperaba que alguien la reprendiera pero eso nunca pasó. A partir de ese momento, Venezuela decidió dejarse de pendejadas y renunció a ese código de ciudadanía para ser como el resto de las personas en su entorno corrupto.
Esto a largo plazo, le ha traído serios problemas de identidad pues algunas veces se comporta como debería comportarse una buena ciudadana, pero otras veces (la mayoría del tiempo) se comporta como no debe, irónicamente ese ?no debería? es hoy la norma. Este problema con el entorno también se evidencia en la mala comunicación que la chica tiene con los demás pues es grosera, incluso cuando no es su intención; está tan acostumbrada a la hostilidad que ni siquiera se molesta por seleccionar las palabras correctas a la hora de hablar, haciendo que el acto de interactuar y comunicarse con los otros siempre termine en una experiencia desagradable.
Así pues, Venezuela es una muchacha bellísima pero no se cuida, inteligente pero floja, con muchos amigos por los cuales en realidad no se preocupa; con una doble moral que le trae problemas hasta a ella misma y finalmente, no sabe comunicarse con los demás y tampoco tiene la humildad suficiente para reconocer sus fallas. La única diferencia entre mi Venezuela-humana y la Venezuela-país es que la humana ha sido construida a partir de la imagen que proyecta el país, es decir, la Venezuela-humana es producto de mi creatividad, la Venezuela-país es real (por desgracia) y estamos condenados a vivirla todos nosotros, al menos que en un ataque de consciencia colectiva, decidamos cambiar a Venezuela-país y así hacernos un favor, y a los que están por venir.