Las montañas rusas de las relaciones en pacientes con TLP
En 1980, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales tercera edición (DSM-III), agregó el TLP o Trastorno límite de la personalidad como una enfermedad diagnosticable por primera vez, sin embargo para saber qué es el TLP basta con adentrarse a los pensamientos caóticos de alguien que le padece (ver el artículo previo Un vistazo en mi cabeza: ¿cómo identificar a una persona con Trastorno Límite de Personalidad?).
Las investigaciones sobre las posibles causas y los factores de riesgo para el TLP se encuentran todavía en una fase muy temprana. No obstante, los especialistas generalmente están de acuerdo en que los factores genéticos y ambientales son de gran relevancia. Un estudio en gemelos con TLP sugiere que la enfermedad es hereditaria. Otro estudio muestra que una persona puede heredar su temperamento y la personalidad en rasgos específicos, particularmente la impulsividad y la agresividad. Científicos están actualmente estudiando los genes que ayudan a regular las emociones y el control de los impulsos para su posible relación con el trastorno.
Los factores sociales o culturales pueden aumentar el riesgo de TLP. Por ejemplo, ser parte de una comunidad o cultura en la que las relaciones familiares inestables son comunes, puede aumentar el riesgo de una persona para desarrollar el trastorno. La impulsividad, la falta de criterio en el estilo de vida, y otras consecuencias del TLP pueden llevar a las personas a situaciones de riesgo. Los adultos con trastorno límite de la personalidad son considerablemente más propensos a ser víctimas de violencia.
Son múltiples las características en los pacientes con TLP, todas ellas insufribles, sin embargo entre los pacientes TLP las más extenuantes son la auto-imagen distorsionada e inestable, lo que puede dar lugar a cambios bruscos de sentimientos, opiniones, valores o planes y metas de vida, por ejemplo, escuela u opciones de carrera, trabajo y lugar de residencia; sentimientos crónicos de vacío y / o aburrimiento y el patrón de relaciones intensas y tormentosas con la familia, amigos y seres queridos, donde a menudo se transita de la extrema cercanía y el amor o idealización, al extremo desagrado o enfado, es decir, la devaluación.
A esto último nos cuestionamos ¿Por qué son tan complicadas las relaciones TLP?
La razón principal es porque algunas de las características tienen impacto directo en las habilidades para desarrollar relaciones interpersonales sanas. Las siguientes son las características principalmente afectadas:
Inteligencia emocional
De acuerdo con la Teoría de las Inteligencias Múltiples de Gardner, una de las distintas inteligencias que se pueden identificar en las personas es la inteligencia emocional. La inteligencia emocional básicamente monitorea las emociones, tanto las propias como las de quienes nos rodean, para posteriormente usar este conocimiento como guía para sus acciones y la estructuración de su pensamiento, o así le han marcado Goleman y Mayer. Uno de los principales mitos en el TLP es que quienes le padecen carecen de empatía, es decir tienen cierta incapacidad de participar afectivamente en la realidad ajena, o visto desde términos sencillos, es la falta de habilidad para ponerse en los zapatos del otro.
Esto es falso. En algunos casos, en su intento por sobrellevar una crisis tienden a ser inconscientes de las emociones del otro, en otros casos, hacen uso del conocimiento de las emociones ajenas para nivelar la situación, en la postura de entiende y siente lo que yo siento. Imaginemos una persona que se ahoga y en su intento por salir de la corriente de agua helada busca aferrarse con todo al calor y vida de su socorrista, por un lado busca que la otra persona le ayude a salir del agua y por el otro deshacerse del entumecimiento provocado por el frio, aunque esto los arrastre y congele a ambos.
Sensibilidad al rechazo
Las personas con TLP tienen un constante miedo al abandono y son extremadamente sensibles al rechazo. Viven en eterna ansiedad esperándole, incluso lo perciben aunque no sea así, sobre actuando ante él, sea real o imaginario.
Rasgos infantiles
Los pacientes con TLP resultan tan maduros como cualquier otra persona ante situaciones sociales o profesionales, sin embargo al momento de afrontar emociones fuertes, pueden encontrarse atrapados en el nivel de desarrollo emocional de un niño. Explicando lo anterior de otra manera, su tristeza puede equipararse a lo que un niño siente cuando le excluyen de un juego; cuando se enoja, este enojo puede asemejarse a la rabieta de un adolescente frustrado. Los pacientes TLP son vulnerables debido a su inmadurez emocional.
La agresión impulsiva
La agresión impulsiva es lo que sucede cuando la gota derrama el vaso y la montaña rusa emocional da un giro de 180 grados. Puede ser provocada por las amenazas inmediatas de rechazo o abandono emparejado con frustración o el acumulamiento de ansiedad o estrés generado por eventos aislados y nada relacionados. La agresión se puede girar hacia dentro (autolesiones, suicidio) o hacia fuera (abuso verbal y violencia doméstica).
La agresión impulsiva se asocia con un "tira y afloja" biológico entre los aspectos lógicos y emocionales del cerebro, en el que pierde el lado lógico. Pensemos en la agresión impulsiva como una monstruo, una bestia feroz que es enjaulada y que cuando las emociones TLP son tan fuertes y abrumadoras, ya no pueden ser contenidos. Esta característica no es exclusiva del TLP, sino un componente de varios trastornos del control de impulsos, tal como el trastorno explosivo intermitente.
Ya sea que el monstruo se gire hacia adentro o hacia afuera, es una de las principales barreras que impiden a los TLP desarrollar relaciones interpersonales saludables. Para la mayoría de las personas es difícil comprender que el monstruo y el paciente TLP no son una misma persona.