Micro cuento sobre las fuerzas de racismo y el amor
Lento con tiempo Laila a través de los minutos vio llegar las nubes y cubrir el sol, lo vio desde el suelo en el reflejo de un charco, lo vio con su piel negra sobre el suelo frio y la sangre que rodeaba su frente y sus labios. Desde que cayó no se levantó; desde el suelo escuchó terminar la discusión entre su padre y su madrastra, desde ahí escuchó cómo él la corría mientras la acusaba de racista y afirmaba amar cada parte, cada poro de esa piel oscura, de esa niña a quien reconocería toda la vida como hija.
Laila no se levantó porque vivía su mejor momento, sangraba agonizando y recordaba cuando llegó a la escuela de mujeres, recordaba que llegó tarde y en su mochila la tinta se había derramado manchando sus cosas pintando amorfas sombras en la tela, recordaba que antes de llegar a la escuela se sentía ilusionada de caminar entre los pasillos del colegio rodeada de amigas mientras abrazaba sus libros y sonreía; pero el primer día se derramó la tinta, y todas bromearon sobre su "enfermedad"
-Oye, lo negro se contagia rápido- dijo alguna pendeja de cabello claro y todas rieron.
Recordaba cuando a lo largo de los días se hacía de historias encantadoras para pasar las horas metida en el instituto rodeada de muros de carne que jamás entenderían lo que ella sentía; que solo la miraban y que lamentablemente tampoco hablaban fuerte como para escuchar sus ofensas, porque esos muros de carne aria eran tan cobardes que aunque fueran racistas solo las más bellas se atrevían a insultar de frente, porque hasta eso la arias feas mostraban en sus ojos una asquerosa empatía; pero aunque en el fondo la arias feas y la negra fueran casi la misma, aún existía notable diferencia de color.
Laila mirando correr las nubes sentía cuánto valía para la muerte reconocer al final cuánto orgullo le da a uno saber que al mundo le vuelve loco la diferencia; Renata le disparó apenas se enteró? de que era su madrastra, Alejandro siempre le ocultó la verdad diciendo que era esa joven negra la sirvienta, él supo de Laila y su historia porque Renata era maestra de la escuela aria así que en un esfuerzo de rescatarla aquel hombre hizo trámite y la adoptó y bajo engaños le pidió a su esposa darle un cuarto en la casa para que después de la escuela sirviera al hogar. Él solo quería tenerla cerca y darle fuerza; escondió los papeles y en el corto tiempo que el planeaba un escape, Renata la puta aria los encontró, dejando que su rabia la dominara llevándola a dispararle a Laila, mientras ella regaba las plantas en el jardín.
Alejandro la vio caer luego del disparo, inmediatamente corrió a Renata entre gritos y manoteos. Cuando regresó hacia donde Laila estaba tirada, ésta ya miraba al vacio dentro de un charco de agua, con una sonrisa de calma, siniestra para el raciocinio de un hombre blanco luchando contra las ideologías de su propia "raza".