Día de la Independencia: Contraataque
Después de 20 años de paz ininterrumpida la tierra se ve amenazada por la siguiente película de la saga del Día de la Independencia: Contraataque; continuación de aquella gustada película de 1996. Roland Emmerich regresa a la dirección, con algunos de los actores del reparto original (que *SPOILER ALERT* parecen haber aceptado participar en esta película nada más para morir y no muy creativamente que digamos).
Es bajo dichas circunstancias que nos llega esta segunda parte de lo que, si el final de la cinta no miente en sus perversas insinuaciones, podría ser una trilogía del Día de la Independencia.
Así las cosas, conviene ir al grano con lo que esta película pone sobre la mesa:
Lo Bueno
La ausencia de Will Smith, a quien muchos criticaron por no haber aceptado regresar a su personaje de Steven Hiller, pero que, aparentemente, tomó la decisión correcta.
Los efectos especiales, que ofrecen un seguimiento y avance en la destrucción con respecto a los ya vistos en 1996, en aquella primera parte que fue considerada como una de las mejores películas palomeras ese año.
Lo Malo
Todo. Las actuaciones simplemente no cumplen y eso se nota desde que no se ve ninguna química en la única pareja romántica de la película. Y es que en toda producción cinematográfica se deben tener altas y bajas durante el desarrollo, como un pulso cardiaco, pero después de cinco minutos de haber empezado, el pulso de la cinta ya paró y nadie en su producción se dio cuenta. Con todo lo anterior, si además añadimos el hecho de revivir personajes que vimos morir en la película pasada, nos vamos a encontrar con que universal también se cree dios o simplemente pensó que no nos daríamos cuenta.
A final de cuentas, la única opinión que parece tener sentido después de ver "Día de la Independencia: Contraataque" es que el "Día de la Independencia" de 1996 es mucho mejor y vale la pena quedarse con ese sabor de boca, sin buscar más en una receta que no parece tener nada nuevo (o bueno) que ofrecer.
Sin embargo, vale aclarar, la opinión que pesa y la que importa cuando el polvo se asienta es la suya, usted decide.