Mercosur y el dilema de Venezuela
El pasado lunes 11 de julio se llevó a cabo en Montevideo una reunión de cancilleres de países integrantes del Mercosur -convocada de apuro por la cancillería uruguaya- para buscar llegar a un acuerdo que destrabe la nueva dificultad por la que atraviesa el bloque: el traspaso de la presidencia pro-tempore del bloque, de Uruguay a Venezuela, que debería haberse efectuado a comienzos de este mes.
Vale aclarar que en el Mercosur las presidencias del bloque son rotativas en períodos de 6 meses, y se van turnando por orden alfabético. Por ello, Uruguay siempre recibe la presidencia de Paraguay y la entrega a Venezuela (desde que este país ingresó formalmente al Mercosur)
Sin embargo, a raíz de la situación política actual de Venezuela, el gobierno paraguayo sostiene que actualmente ese país no cumple con la claúsula democrática del Mercosur (la misma claúsula por la cual Paraguay fue suspendido del bloque durante un semestre luego del juicio político que terminó con la remoción del Presidente Fernando Lugo), y por tanto no está apto para asumir la presidencia del bloque.
Del otro lado está, o estaba, la cancillería uruguaya, que en un principio sostuvo que el tema del traspaso de presidencia no era materia de discusión, y que en caso de suspenderse la Cumbre de Estados del Mercosur -como finalmente sucedió- haria el traspaso de mando de manera administrativa, que es todo lo que se precisa para realizarla.
Por su parte, Brasil y Argentina, los dos "pesos pesados" del bloque parecen navegar a media agua entre ambas opciones. Un poco más cerca de Paraguay aparece el actual gobierno brasileño, y un poco más cerca de Uruguay parece estar Argentina. De hecho, la suspensión de la Cumbre del Mercosur se debió al anuncio de que Brasil no asistiría a la misma si se concretaba el traspaso de la presidencia a Venezuela. En la reunión del lunes, el canciller brasileño propuso dilatar hasta agosto la toma de una decisión, mientras que Argentina propuso seguir el criterio alfabético pero salteándose a Venezuela.
El gobierno venezolano, por su parte, sostiene que le corresponde asumir la presidencia pro-témpore y no tiene ninguna intención de declinar la misma, o dejar que Argentina tome su lugar, ni de esperar mucho más. La habitual verborragia de la diplomacia venezolana no ayuda mucho a construir un clima de diálogo.
Este estado de indefinición no llega en un buen momento para el Mercosur. Por un lado por los resquemores y diferencias que plantea entre sus países miembros, que puede acelerar ciertas tendencias centrífugas que se avizoran en cada país respecto a la necesidad y el valor de pertenecer al mismo, cuando parece haber otras alianzas más "seductoras" en la región; y por otro, porque en este semestre que viene se espera que se siga avanzando en las negociaciones que el Mercosur mantiene con la Unión Europea, en las que luego de varios años de no registrar avances, durante la presidencia uruguaya se logró un intercambio de ofertas para desgravar el comercio entre ambos bloques. El temor de Paraguay y Brasil con Venezuela ejerciendo la presidencia pro-témpore, es que el avance logrado quede frenado por la poca disposición que tendría ese país para un acuerdo de libre comercio con la UE.
En todo caso, lo que sí se acordó, es que si Venezuela llegara a asumir la presidencia pro-témpore, Uruguay seguirá encargado de la coordinación con Europa. Los próximos días serán vitales para saber si se llega a algún consenso sobre el ejercicio de la presidencia, y que primará: si lo jurídico, o lo político.