El Crimen y Castigo de la sociedad Venezolana
En la actualidad política de hoy todos saben que los ánimos en Venezuela están caldeados. ¿A qué se debe esta situación? Se debe a TODO, a una serie de factores, que a lo extensa de su enumeración vamos a suponerle un título, crisis.
Si bien algunos de los principales actores de esta crisis pueden encontrarse solapados entre capas de tecnicismos burocráticos y decálogos jurídicos, es muy cierto que ya suficiente hay en bandeja como para saber de qué va la novela.
La profunda crisis que afecta a los venezolanos, no es solamente de Venezuela, sino que cuenta también con implicaciones comprobables en todo lo largo y ancho de la región, donde Hugo Chávez una vez intentó construir una organización de estados aliados, por medio de la cuál harían del hemisferio un conglomerado de poderes y tratados, tanto de comercio como de acuerdo político, y ya sea con inmaculados y "patrióticos" fines, o con nefastas y ocultas intenciones.
Transcurrido el tiempo una cosa sí podemos concluir, y es que en Venezuela la cosa ya se les salió de las manos. Ni siquiera es que se tratase de un asunto de gobierno y oposición, o de poderes de derechas o de izquierdas, es más bien una realidad ineludible, como cuando una persona cae por un barranco y uno no tiene tiempo de preguntarle a qué bando político pertenece o de qué equipo de fútbol es hincha, sino que le ayuda, esperemos, con intención inmediata y sin tiempo de dilatación.
Esta última acción es precisamente lo que el gobierno no está haciendo, lo cual, en un lamentable hecho, es proporcionalmente comparable a que un médico que tiene (de una manera u otra) las herramientas para salvar, o por lo menos sea ya, ayudar a un moribundo, este le pregunta primero si está de acuerdo con él ¡y luego ni le ayuda! Sin ánimos de caer, eso sí, en quién es bueno si gobierno u oposición, la verdad es una sola, y es que el descalabro de todo este sistema que representa la biósfera de la República Bolivariana de Venezuela, tuvo participantes extranjeros que decidieron ya sea darle la espalda, o incidir directamente en los hechos allí suscitados, y a su consecuente desplome. ¿Los Estados Unidos? No, ellos ni se han pronunciado, y si algo pues tendrían un plan macabro a escala global para que los precios del crudo alcanzaran su mínimo en largos años, y ¿quién sabe eso? Pero los "amigos" y colegas del difunto mandatario (Chávez) sí bien que se hicieron presentes y jugaron sus cartas hasta finalizar el mazo.
Hoy día Cristina Fernández se encuentra siendo enjuiciada bajo cargos corrupción, Evo Morales tuvo su pequeña cuota de escándalo con lo del hijo no reconocido y otras acusaciones por las que se presentaron quejas contra su gobierno, además de la ya mencionada corrupción, de cuya posibilidad no se escapa; Lula y Dilma siguieron también sus respectivas y nada glamorosas salidas, y el resto de mandatarios que apoyaban a la por un instante poderosa unión de países del cono sur ya ni se hacen presentes.
A todo esto se le suma una columna de disidentes del régimen bolivariano, que ya hacen eco fuertemente de las andanzas y bandolerías de nuestros protagónicos Flórez, Cabello, y el mismo Nicolás Maduro con su interminable lista de porqués sin contestar, como ¿por qué nunca mostró su acta de nacimiento? O ¿por qué nadie sabe realmente qué ocurrió con Hugo Chávez? Entre otra infinidad de cosas, sobre todo dentro del ámbito económico y judicial. ¿Está alguien en la política libre de toda culpa? Y ¿existe en el mundo manera alguna de hacer política sin tener conexiones extrañas o dudosas? (Esta última podría contestar la primera) Decida usted.
De cualquier manera, eso no lo sabe, creo, ninguno de los que forma parte del día a día de esta gran charada de novela, a la que bien se le fueron ya unas temporadas de más, pero algo sí les digo, tanto a mis lectores como a las gentes en general que en nuestro país y en nuestro desbarajuste de mundo hacen vida, y es que las preguntas que nos hacemos, más que ser respondidas inmediatamente deben tener sus basamentos en algún tipo de pragmatismo y solidez estructural y argumentativa.
Ya sabidas veces la ceguera ideológica ha probado ser un veneno mortal, tanto para el usuario que la porta, como para su espectador.