Gran noche de graduación para adolescente invidente
Precious Pérez se enfundó en su vestido de baile largo y sin tirantes y dijo sentirse como de la realeza, una experiencia compartida por muchos de sus compañeros en las escuelas preparatorias en todo Estados Unidos.
Invidente de nacimiento, Pérez, no podía ver el color verde menta del vestido, pero dijo que no limita su capacidad para disfrutar del baile de graduación, un rito común para los adolescentes estadounidenses.
Pérez, de 18 años, describió el vestido que se pondría en el pequeño y cómodo apartamento donde vive con su madre y su hermano de cuatro años de edad, J. J. como "algo así como una versión más moderada de un vestido de princesa de Disney. Me hace sentir toda elegante y especial."
La adolescente práctica, con una sonrisa brillante asiste a la misma escuela secundaria pública que sus amigos llenos de emoción y entusiasmados por la experiencia.
"Siempre pensé que podría terminar yendo. Aunque no estaba tan segura" dijo.
Cuestionada sobre su pareja de baile, Pérez dice que ella y Maddy Wilson son "como hermanastras y mejores amigas que crecieron juntas." Las dos, inseparables en el baile que tuvo lugar en el salón de baile de un hotel cercano en Boston, después de cenar comer helado y, por supuesto, el baile en la pista de baile con cientos de sus compañeros de clase.
"Toda la música en español fue mi favorita", dijo Pérez, cuya madre es de ascendencia puertorriqueña. "Está en mi sangre."
Su madre, Jennifer Álvarez, llevó a Pérez a arreglarse las uñas de manos y pies y a cortarse y alisarse el cabello en su ciudad de clase media, Chelsea, Massachusetts, a las afueras de Boston, unos días antes de la fiesta de graduación y admitió tener algunas inquietudes por ver a su hija crecer y salir por su cuenta.
"Yo quería que fuera al baile de graduación, ya que es una gran experiencia en la vida de alguien. Sólo te pasa una vez", dijo Álvarez, meses antes de que Pérez emprenda una nueva vida en el Berkeley College of Music, donde estudiará Interpretación Vocal y se enfrentará a nuevos retos para acomodarse al modo de vida en los dormitorios de la escuela.
"Ella va a la universidad. Habrá fiestas. La invitarán a un bar o salir a un club, y es aterrador", dijo Álvarez. "Estoy encantada por ella, porque esto es lo que quiero para ella."