Narcocultura: Seducción y Debacle
No se busca ocultar, se busca parecer, y así, ilusoriamente evadir la realidad de la pobreza o las limitaciones
Si eres pobre te humilla la gente, si eres rico te tratan muy bien. Un amigo se metió a la mafia porque pobre ya no quiso ser, ahora tiene dinero de sobra, por costales le pagan al mes…
El Centenario, Los Tucanes de Tijuana
La narcocultura está compuesta por símbolos sociales. Los residentes del norte de México y el sur de los Estados Unidos son receptores de mensajes pendencieros que rompen la cortina del misterio que hace décadas envolvía al mundo del narcotráfico. Los coches de lujo y las alhajas deslumbran, pero pareciera que oscurecen nuestro porvenir social.
Esta nueva cultura está compuesta por mensaje y receptor. Es inevitable expresar que se trata de una manipulación, y dicha manipulación gira a través de los engranes de la falta de sentido común y la ignorancia. No es casualidad que el impacto social y mediático de la narcocultura esté arraigado y fuera de control en las zonas marginales; Ahí no se busca ocultar, se busca parecer, y así, ilusoriamente evadir la realidad de la pobreza o las limitaciones.
Hemos tocado el tema central, la manipulación de masas. En nuestros días, en Latinoamérica existe un fenómeno televisivo y virtual, aterrizado en series como El Señor de los Cielos, El Cártel de los Sapos y La Reina del Sur, productos de televisión que mal informan al consumidor y conllevan a la tarea incorrecta de imitar estereotipos y buscar fortunas exprés. Dichas producciones también son absorbidas en gran proporción por la clase migrante como una nueva versión del Sueño Americano.
BALAS PA' LA POBREZA
Los corridos e historias de narcos suelen involucrar la superación financiera inmediata y el empoderamiento como puntos centrales, precisamente lo que busca el migrante y la población de recursos limitados en nuestro país, casi de manera “mágica”. No obstante, la apología del poder como forma de vida, como método de dominación a través de las armas, y el creciente e incesante incremento de la drogadicción, ha comenzado también a despertar interés en sujetos que viven fuera de los cinturones de miseria, acrecentando la pandemia.
La miseria en México es del tamaño de sus fiestas
Ancestralmente, la fantasía y el misticismo han sido parte de la cultura en América Latina. En entidades federativas como Sinaloa y Tamaulipas, la narcocultura es una forma de vida palpable. Se han destruido los márgenes de tolerancia, hoy, empresarios armados también utilizan producciones discográficas y cinematográficas para justificar y reivindicar sus acciones ante la sociedad, lo que ha originado increíblemente que se organicen marchas a favor de narcotraficantes que han sido alcanzados por la mano de la justicia, exigiendo su liberación.
LA VERDADERA GUERRA
Se dice que la forma de pensar de un pueblo se proyecta en la realidad del mismo. México es el Imperio de la Impunidad, patria ausente de Estado de Derecho, donde los relegados se esfuerzan por aparentar. Como lo decía Octavio Paz: “La miseria en México es del tamaño de sus fiestas”.
Hace algunos años, un Presidente de la República a quien adjetivaban como espurio, en su afán por legitimar su Gobierno, llamó a las instituciones más sólidas y acreditadas del país: El Ejército Mexicano y la Marina y Armada de México. En 2006 comenzó un baño de sangre, miles de presuntos delincuentes y elementos de las fuerzas policiacas y castrenses murieron, también las esperanzas de revirar al pasado, de ahí el auge de la narcocultura y la prensa sensacionalista.
La verdadera guerra en México debe enfrentarse en la mentalidad, en el aspecto humano y no en enaltecer la brutalidad. El narcotráfico se combate a través de células, sí, de células familiares. Las acciones sociales de un individuo son el reflejo de su educación en el núcleo familiar.